Todo el mundo esperaba la llegada de los jugadores de la Selección Española a Madrid para celebrar junto a ellos la consecución del título de campeones de Europa y el hito histórico de encadenar tres títulos internacionales (dos europeos y un mundial) algo que nunca antes ninguna selección había logrado.
Así que Madrid se vistió de rojo para homenajear a «La Roja». Nada más aterrizar en barajas, la expedición se dirigió al Palacio de la Zarzuela para recibir la felicitación del Rey para acto seguido emprender un viaje en un autobús descapotable hacia el centro de la capital, un trayecto en el que jugadores y cuerpo técnico fueron agasajados y vitoreados por miles de personas enfundadas en sus camisetas y ondeando banderas de España.
Los Casillas, Iniesta, Fábregas, Torres, Ramos y compañía pasaron de este modo por la Plaza de España, la Gran Vía y la Puerta de Alcalá antes de acabar en el punto de destino: la Plaza de Cibeles, donde se había instalado un gran escenario y donde se iba a celebrar una fiesta por todo lo alto donde no faltarían actuaciones musicales. La Cibeles, habitual punto de reunión de los festejos merengues, se convertía también por un día en el del resto de jugadores, incluidos unos cuantos del FC Barcelona.
Y es que la rivalidad quedó aparcada durante todo estos días en los que catalanes, vascos, andaluces, canarios, madrileños y jugadores de toda la geografía española estuvieron luchando por un objetivo común. Habrá que plantearse muy en serio el ejemplo que «la Roja» nos transmite a todos: el talento acompañado del esfuerzo y el trabajo en común por encima de individualidades o diferencias tienen premio.